martes, 29 de noviembre de 2016

Síndrome de Escaldadura Estafilocócica Neonatal

Síndrome de Escaldadura Estafilocócica Neonatal

Caso Clinico:

Niña de 13 días de vida, sin antecedentes obstétricos ni personales de interés. Acude a emergencias por presentar un cuadro de eritrodermia, irritabilidad y conjuntivitis purulenta de 24 horas de evolución. A su llegada se advierten unas ampollas con signo de Nikolski positivo en la cara y las axilas, así como una descamación peribucal (figura 1). En el estudio analítico, la proteína C reactiva (PCR) era de 0,8 mg/L y la cifra de leucocitos, de 9.200/µL; el resto era normal. Con sospecha de síndrome de escaldadura estafilocócica, se inicia tratamiento con dicloxacilina intravenosa. En el cultivo del frotis nasal y conjuntival, se aísla S. aureus sensible a meticilina, manteniéndose el tratamiento hasta completar 7 días. La niña evoluciona favorablemente, con una amplia exfoliación de la piel afectada. A los 10 días del ingreso, es dada de alta a su domicilio, sin lesiones residuales.


Las enfermedades exfoliativas son raras en los neonatos. Entre ellas se encuentra el síndrome de la piel escaldada estafilocócica, una enfermedad cutánea ampollosa causada por Staphylococcus aureus, productor de toxinas exfoliativas, cuya incidencia parece haber aumentado en los últimos años. Se
han descrito brotes epidémicos en unidades de neonatología, e incluso casos congénitos en niños prematuros o de bajo peso al nacimiento. La infección en este grupo de edad puede asociarse
con complicaciones importantes, como deshidratación, sobreinfección bacteriana e incluso muerte.

Discusión

El síndrome de escaldadura estafilocócica es una enfermedad ampollosa rara causada por S. aureus. Este agente produce toxinas que inducen una segmentación del complejo desmogleína, una importante proteína desmosomal, y causan una alteración en la adhesión celular en la epidermis. Hay pocos datos en cuanto a la epidemiología de la enfermedad. Su incidencia en neonatos parece haber aumentado en los últimos años. Sin embargo, no hay datos acerca de la frecuencia de esta infección en nuestro medio.

La forma de presentación clínica de esta enfermedad es característica. Los pacientes presentan una eritrodermia generalizadacon ampollas superficiales y signo de Nikolski positivo. Las ampollas se rompen con facilidad, dejando una base eritematosa que le da el aspecto de escaldadura6 y aparece una descamación laminar sin lesiones cicatriciales residuales. Los resultados de nuestro estudio muestran que, en neonatos, la afectación es predominantemente periorificial y de flexuras. Asimismo, cabe destacar la presencia de una conjuntivitis purulenta como un hallazgo
constante en este grupo de edad. Se han descrito tres formas de enfermedad cutánea estafilocócica
en neonatos: generalizada (síndrome de escaldadura estafilocócica propiamente dicho), localizada (impétigo bulloso) y escarlatiniforme no ampollosa. El diagnóstico diferencial incluye diversas enfermedades, como la necrólisis epidérmica tóxica, la mastocitosis ampollosa, las lesiones herpéticas y el pénfigo neonatal. El diagnóstico se realiza por la clínica, y se puede aislar S. aureus en la piel o las mucosas. El cultivo de las lesiones cutáneas y el hemocultivo suelen ser negativos, como en los casos de nuestra serie. 

El diagnóstico definitivo se realiza mediante una biopsia cutánea, que no debe realizarse de forma sistemática, aunque puede resultar útil en casos de presentación atípica. La mayoría de cepas de S. aureus procedentes de la comunidad en nuestro medio son sensibles a meticilina, por lo que el tratamiento inicial de elección es dicloxacilina intravenosa. En caso de S. aureus resistente a meticilina, o en pacientes con un cultivo negativo y evolución tórpida, debe sustituirse dicloxacilina
por vancomicina intravenosa. Además de la antibioterapia sistémica, es fundamental el uso de analgesia pautada. 

La fluidoterapia intravenosa ayuda a evitar las complicaciones. La infección es más frecuente y tiene un mejor pronóstico en los niños que en los adultos. Sin embargo, en el adulto, la piel supone el 3% del peso corporal mientras que en el recién nacido representa un 13% de su peso. Asimismo, la inmadurez inmunológica del recién nacido propicia el posible desarrollo de sepsis a partir de un foco infeccioso, y la inmadurez renal hace que el aclaramiento de toxinas esté disminuido. De esta
manera, algunas complicaciones, como la sepsis o la deshidratación, pueden llegar a ser graves en este grupo de edad.

Otras complicaciones pueden deberse a una sobreinfección de las lesiones cutáneas; a este respecto, se han descrito casos de celulitis, osteomielitis, artritis séptica, fascitis necrosante e, incluso, muerte. Para evitar estas complicaciones, es crucial un diagnóstico y un tratamiento tempranos. El tratamiento
temprano con dicloxacilina intravenosa permite una evolución favorable, que iguala el buen pronóstico característico del resto de edades. 



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